De toda la obra de la antigua Grecia, la más apreciada fue la de Eurípides. Cuenta Plutarco que cunando ocurrió la invasión de los atenienses a Sicilia, éstos perdonaron la vida a todos los cautivos que sabían recitar las poesías de aquél. Sin embargo, incomprendido como todo hombre que traza nuevas rutas del pensamiento, Eurípides vivió en medio de la controversia, y sólo alcanzó la gloria después de su muerte.