A quienes se encuentran entre los afortunados que no han sufrido el inimaginable dolor de perder un hijo, estos testimonios les acrecentarán el amor a la vida; la certeza de que la vida es, a pesar de todo, una hermosa experiencia. Tomarán a tiempo más conciencia de la importancia de los afectos entre los que nos rodean.Solo aquellos que han sufrido la muerte de un hijo saben del dolor y los trastornos que ocasiona en la vida personal y familiar.'Este libro ha sido escrito para demostrar que los que viven esta dura experiencia pueden recuperarse satisfactoriamente, volver a sonreír y convertirse en mejores personas' María Cristina Guzmán.